Federico León es autor, director y actor, actividad que despliega tanto en el teatro como en el cine. Ha escrito obras como "Yo en el futuro", "Cachetazo de campo" y "Ex Antuán". Sus piezas se presentaron en festivales de Alemania, Francia, Austria, Italia, Dinamarca, Escocia, Bélgica, España, Brasil, Estados Unidos y Australia. Con su segunda película, "Estrellas", ganó el Festival de Cine Tucumán, en 2008. Y con "Todos juntos" fue seleccionado para los encuentros en Locarno, Londres, Toulouse y La Habana. Además, ha ganado numerosos premios y reconocimientos.
Desde ayer está coordinando en Tucumán el Taller de Experimentación Teatral en el marco de la Fiesta Provincial del Teatro, y cuando se le pregunta qué espera del actor, responde pausadamente: "que se deje sorprender".
Curiosamente, a este artista que es remiso a que sus obras sean dirigidas por otros, le tocó que en Tucumán dos de sus piezas hayan subido a escena el año pasado, a cargo de dos grupos: "La verdadera historia de Antonio", por Gente No Convencida, y "Ex Antuán", por Teodora Ciega Caníbal. Por eso, aprovechará su estadía en la ciudad para ver esas puestas con las particulares versiones.
- ¿Qué implica ser director, actor y autor?
- A todo lo veo como unido, no como cosas separadas, como que hago una obra de teatro, con textos míos, con materiales que fui elaborando. Es un proceso de creación en donde estás involucrado. No sabría decir en qué momento está trabajando el director y cuándo el autor. Me tomo el tiempo para cada trabajo, porque es el propio material el que debe decantar.
- ¿No hay una actividad favorita?
- No, mi trabajo es una ida y vuelta entre la dramaturgia y la dirección. Tampoco tengo una disciplina de escribir todos los días. Cuando hay un proyecto que me demanda, lo escribo y lo dirijo, no dirijo espectáculos de otros, ni tampoco me gusta que lo hagan otros con mis obras. A "Ex Antuán" no la hice nunca; fue la única obra que terminé y quedó como un material dramatúrgico que no trabajé nunca más, pero seguramente, de hacerlo, la hubiera reescrito.
- ¿Y qué elegís, el cine o el teatro?
- Es que no es una cosa o la otra; mezclo las disciplinas. La próxima obra que estoy pensando es una instalación, pero estas cosas salen de un manera natural; puede ser un libro también... Ahora, por ejemplo, estoy preparando un trabajo con multitudes, con 120 actores, para el teatro.
- ¿Qué pedís o esperás de tus actores?
- Tienen que dejarse sorprender. Los hago trabajar en cosas que no les conviene o de las que no están seguros. El tema es que cada actor es una persona que tiene algo para contar, distinto a los demás. Trabajo en esa tendencia. Me interesa que puedan perder el dominio, perderse, volverse vulnerables, y que no resuelvan los problemas como lo hacen siempre, del mismo modo. Trabajo con los impulsos, con aquellos que están como en un plano inconsciente, pero permanecen en la conciencia del actor, como sucede en la meditación del yoga. El taller apunta a este proceso de creación, a cómo manejar las inquietudes, con mucha libertad y experimentación.